Esta serie de posts sobre el mal de amores empezó en el mes de marzo del año 2007. Muchas aguas han corrido bajo el(mi) puente desde aquel momento, literal y metafóricamente. Dado el éxito de los anteriores posts he decidido profundizar más en el tema. Puedes leer los anteriores posts aquí: 1º parte y 2º parte.

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El mal de amores, el guayabo o el despecho son palabras del habla común que describen el sentimiento que nos aqueja cuando pasamos por la ruptura de una relación de pareja. Digo sentimiento y no emoción, porque el mal de amores es un estado de ánimo afectivo, generalmente de larga duración, que es el producto de una gama de emociones muy amplia y que a veces resulta caótica y contradictoria: tristeza, rabia, nostalgia, envidia, odio, amor romántico, aversión, alegría, frustración, agitación, miedo, etc.

El sentimiento de despecho se siente como un des(pecho), como si te estuvieran sacando sin anestesia las costillas, el diafragma y las diferentes partes de tu cuerpo que te sirven para respirar. Cuando tenemos mal de amores todo nos cuesta, porque nos cuesta vivir o seguir viviendo sin la persona que creemos valiosa e insustituible.

El proceso de sanación de una ruptura amorosa es diferente para cada persona. Sin embargo, creo que mi método de curación ritualizada (ampliamente probado) le puede ser útil a cualquiera que esté pasando por esta dolorosa experiencia. El método tiene varios pasos, los puedes hacer en el orden en el que los escribiré o como mejor puedas hacerlos. No estamos para ponernos exigentes. El orden de cómo lo hagas no es importante, la clave está en que te entregues a lo que estás leyendo/haciendo. Ríndete. Deja de luchar para que tu presente sea de otra forma. ¡El presente es como es, te guste o no te guste! Respira profundo y manos a la obra.

Paso 1: Tocar fondo

Toma lápiz y papel. Busca un lugar donde puedas estar tranquila/o sin que te interrumpan y que tengas privacidad. Escribe una descripción de los hechos como si tú fueras uno de los policías de CSI y la relación con él/ella fuera el cuerpo de una persona asesinada. ¿Cuál fue la causa de muerte de su historia amorosa? Escríbelo todo, de forma muy pormenorizada, detallada, haz memoria… Llora si lo necesitas, pero saca toda esa mierda_maravillosa para afuera.

Describe la relación en sí y lo que sucedió. Describe el cómo tú viviste esa relación y también el cómo te sentías durante la ruptura (pasado). Describe cómo te sientes ahora (presente) al recordar la ruptura (pasado). No te fijes ni en la ortografía ni en la redacción ni en nada de eso, simplemente escribe: «derrama» todo lo que viviste sobre el papel. ¡Si te sirve de ayuda escucha la música + triste que encuentres en Spotify!

¿Cuándo lo/la conociste? ¿Cómo? ¿Quién sedujo a quién? ¿Cómo empezaron a salir? ¿Cómo te sentías en aquel momento de los inicios de la relación? ¿Cómo decía que se sentía él o ella? ¿Cómo era la sexualidad entre ustedes? ¿Tenían proyectos e intereses en conjunto? ¿Cómo era la comunicación? ¿Cuándo empezó a cambiar la relación? ¿En qué se convirtió? ¿Qué necesidades no satisfechas tenías en esa relación? ¿Cuáles necesidades no satisfechas decía él o ella que tenía en su relación contigo? ¿Disfrutabas de su compañía? ¿Qué pasaba cuando peleaban por algo? ¿Qué los distanciaba?

Este primer paso sirve para que si aún no has «tocado fondo” lo toques de una buena vez. Cuando termines de escribir la historia de la relación amorosa con tu ex, léela con calma. Calma. Date un espacio para sentir, para drenar… abrázate a ti misma/o… Llora. Reléela cuantas veces lo necesites… y cuando estés lista/o di con convicción y en voz alta: “Este es un momento de sufrimiento. Lo acepto tal y como es” y quema el papel. Cuando el (puto) papel esté ardiendo reflexiona sobre el hecho de que nada dura para siempre. Al igual que se terminó la relación con tu ex, el sufrimiento que sientes ahora también pasará. Todo está en constante cambio, tú también. Esa es la única verdad que necesitas entender ahora y aquí.

Paso 2: Reconocer la/mi locura

Cuando experimentas la impermanencia en carne propia y te permites sentirla (o rendirte ante ella) sin desplegar la reactividad típica de tu mente egotista, tus condiciones de vida se convierten en el gurú más lúcido que puedas tener como maestro. Tus condiciones de vida tal y como son ahora.

La locura más profunda es resistirte a algo que ya es. ¿Te das cuenta que es como tratar de atajar las gotas de lluvia y lanzarlas hacia el cielo esperando que las nubes las retengan nuevamente? Eso es imposible.

Nadie puede evitar que algo que está cayendo caiga sólo porque sí o porque es lo que necesita. El mundo externo no gira para beneficiarte a ti, pero tampoco para lastimarte. Simplemente gira, cambia, se mueve. Tu resistencia mental a la situación presente y la construcción de historias mentales es la locura que te está produciendo más sufrimiento y es totalmente evitable, eso sí es evitable. Lo que estás viviendo es doloroso, lo sé, pero sufrir y sufrir y sufrir no hará que tu relación de pareja vuelva a ser como antes o que tu ex regrese. Ese sufrimiento (secundario) añadido sí está en tus manos resolverlo, porque lo produce tu propia mente en su estado de inconsciencia habitual.

Si logras observar cómo funciona tu mente cuando estás gobernada/o por tus condicionamientos del pasado o tus expectativas sobre el futuro, notarás que la mayor parte del sufrimiento que ahora sientes lo has creado tú misma/o al resistirte a lo que te está pasando y al no aceptarlo. Todo lo que sube, tiene que bajar. Así funciona esto del amor romántico, es una ilusión. El verdadero amor, a diferencia del amor romántico, no pasa del amor al odio en un segundo, nadie puede odiar lo que ama, son incompatibles esas emociones. Si odias a quien amas, no es amor lo que sientes sino amor romántico. Cuando las relaciones de pareja se vuelven un drama es porque ambas personas están atrapadas por la idea del amor romántico que nos venden en las películas. No han desarrollado su estado de conciencia («awareness») lo suficiente para darse cuenta de la locura que están creando juntos, mundo exterior, y por separado cada quien en su mundo interior.

Como bien escribió E. Tolle en su libro «El poder del ahora»: «La alegría del Ser no tiene causa». La felicidad es un estado transitorio porque depende de tu valoración subjetiva sobre lo que estás viviendo, la paz interior no. La paz interior puede convivir con la situación que sea. ¿Cómo sabes que estás inconscientemente perpetuando tu sufrimiento? Porque estás sufriendo, así de fácil. Si sufres es porque el ego está dirigiendo tu vida. La buena noticia es que al 90% de las personas nos pasa lo mismo. Sentir culpa no arreglará nada, pero tratar de observar tus patrones mentales y también tus resistencias internas a salir del drama, eso sí puede ayudarte.

Cuando te haces cargo de tu drama personal y dejas de echarle la culpa a tu ex o a quien sea, es decir cuando te observas con atención a ti misma/o, sólo observando, sin refunfuñar, sin apegarte a tus contenidos mentales, empezarás a sentir un poco de libertad y podrás realmente elegir qué hacer con todo lo que te pasa ahora. Las personas controladas por su inconsciencia oridinaria no pueden realmente elegir, están siendo sometidas por sus aprendizajes anteriores, son esclavas de su pasado.

Seguiré escribiendo los siguientes pasos en unos días. Espéralos. Te sugiero que leas la analogía de las dos flechas (Sallatha sutta) y veas los vídeos de esta lista Repensando el amor

Feliz (o como quiera que sea o esté siendo) Navidad. ¡Namasté!
Nadir Chacín
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«-Me pregunto si he cambiado en la noche. Déjame pensar. ¿Era la misma persona cuando me levante esta mañana? Casi pienso que puedo recordar sentirme un poco diferente. Pero si no soy la misma, la siguiente pregunta es ¿quién soy en el mundo? ¡Ese es el gran rompecabezas!» Lewis Carroll, en «Alicia en el país de las maravillas»


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