By Mark Treick
By Mark Treick

Hoy venía pensando en qué es la madurez mientras regresaba en el tren a casa. Creo que la madurez tiene que ver con la responsabilidad y, a su vez, la responsabilidad está relacionada con el desarrollo de nuestra capacidad de mantenernos en plena conciencia. ¿Tú qué opinas?

Llega un punto en la vida en que ya no puedes seguir señalando a tus progenitores y a tu entorno familiar de la niñez como la única causa de todos tus problemas actuales. La madurez inicia con una toma de responsabilidad sobre nuestros pensamientos, emociones y acciones. El asunto álgido es que la responsabilidad depende de nuestra capacidad de atención sostenida hacia el presente y de la observación de nosotros mismos, depende del auto-conocimiento también. ¿Cómo podría ser responsable alguien que actúa siguiendo patrones condicionados de conducta sin la más mínima auto-observación de sus hábitos?

Hace mucho tiempo que vengo dándole vuelta a este tema en la cabeza. Me interesa el mundo y su devenir, también me interesa entender cómo funciona el estado actual de las cosas (Statu Quo), por qué la especie humana ha llegado a esta situación crítica en la que estamos. Por muchos años pensé que todas mis energías y recursos los debía poner en el activismo por los derechos humanos y en la equidad de género. Creía que esa era la mejor forma de «desenredarnos» y hacer que el mundo se vuelva un lugar más habitable y que los seres humanos nos tratemos con respeto los unos a los otros.

Este diciembre he llegado a la conclusión de que si no existe un trabajo  personal profundo y consistente dirigido hacia el desarrollo de la conciencia y de la atención plena («mindfulness») no pueden darse las transformaciones sociales y colectivas que se necesitan.

Mindfulness es, según Jon Kabat-Zinn, «prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar».

Esto me ha llevado a cuestionarme mi quehacer como activista por los derechos humanos y los derechos de las mujeres, también me ha conducido a un cambio profundo en mi propia vida. Me he cuestionado si estoy poniendo mi esfuerzo en las cosas importantes que pueden generar un cambio individual y un cambio social. Me he dicho: «Nadir, haz de empezar por cambiar tú». He entendido, a un nivel más profundo, esto de «conviértete en el cambio que quieres ver en el mundo». Ahora tiene mucho más sentido para mí esa consigna y creo que en ella está la clave de este enrollo.

Madurar es alcanzar ese punto de no retorno en el que ya no puedes seguirte haciendo la que no ve, la que no oye y la que no sabe… (Ah, ah, qué.) Ese punto en el que ya no puedo yo misma seguir fingiendo que no sé lo que es mejor para mi bienestar como ser humano, para mi especie y para los otros seres sintientes. Tampoco puedo seguir evadiéndome de mil maneras y no reconocer que a menudo sé lo que es mejor para mí, pero no lo estoy haciendo del todo y termino creando mil excusas. ¿Por qué si sabemos qué algo nos conducirá a un mayor bienestar y paz interior no lo hacemos? Aquí aparece de nuevo la famosa inconsciencia. Ella es la causa. Pasamos tanto tiempo imbuidos en la mente pensando en el pasado y en el futuro, resolviendo cosas de la vida mundana, y tan poco tiempo en el desarrollo de la conciencia, en el encuentro directo con nuestro Ser. ¿Si estamos tan distanciados de nosotros mismos, cómo podríamos estar cerca de los demás? No es compatible.

Hace unos días, en una de mis clases de meditación, estaba diciéndoles a las mujeres que asistieron que sin el cultivo de la atención plena somos como animalitos aturdidos y asustados. ¿Por qué? Porque estamos siendo gobernados por condicionamientos que de manera totalmente inconsciente nos obligan a actuar, pensar y hasta sentir de un modo predeterminado social y culturalmente. La putada es esta: ¡No elegimos casi nada, aunque pensemos que sí lo hacemos! A menudo el entorno social y cultural nos marca un camino que es sumamente alienante y tóxico y que nosotros seguimos como borregos. Si a eso le sumamos nuestra incapacidad para estar más presentes, más atentos, para despertar como observadores de nosotros mismos y del funcionamiento de nuestra propia mente, el resultado es un «coctel» muy nocivo y poco alentador. De hecho es la principal causa de todo el sufrimiento humano. Es una verdadera locura. ¡Y nadie está conscientemente loco!

Podría decir sin lugar a dudas que estamos todos muy locos. Yo también. El estado del mundo actual es la mejor prueba de eso. La locura de la que hablo es el hecho de estar gobernados por un mente egotista que no deja de pensar ni un minuto y de crear historias y dramas y desgracias por doquier, somos víctimas de nuestros estados mentales, que nos conducen al conflicto entre seres humanos. El pensamiento reiterativo, machacón, obsesivo y compulsivo es la adicción menos reconocida como tal, y la peor de todas o la causa fundamental del resto de las adicciones. Así como hay lugares para desintoxicarse del alcohol o las drogas habríamos de crear lugares donde nos ayuden a aprender a observar el funcionamiento de la mente y a no quedarnos «enganchados» en los pensamientos catastrofistas y fatalistas o en la historias de placer y dolor que nos contamos en nuestras cabecitas dementes. Somos esclavos del deseo neurótico… del apego hacia el placer y del rechazo hacia el dolor. Estamos siempre queriendo más o queriendo otra cosa y no lo que es, siempre con la mente en otro lugar y queriendo estar allá estando aquí. ¡Vaya plan!

Hoy he entendido que la madurez tiene que ver con hacerme cargo de mi mente y de sus construcciones de objetos mentales y también con responsabilizarme de lo que mi estado de inconsciencia ordinaria me conduce a hacer de forma automática en mi vida.

No quiero seguir siendo esclava de esos condicionamientos o patrones mentales torpes que dan forma a lo que estoy siendo ahora sin que yo me dé cuenta siquiera.

Me gusta notar cómo la meditación me ha ayudado a estar más presente cada momento de mi vida y también, poco a poco, la práctica me está ayudando a observar mi mente y su funcionamiento y poder elegir, a veces, cómo quiero comportarme o qué quiero hacer en un momento determinado. Unas veces logro hacerlo y otras no. Estoy convencida que este cambio es un efecto de la práctica de la meditación.

Poder observar mi mente en ciertos momentos del día y tener la oportunidad de elegir qué quiero hacer con, por ejemplo, una emoción o un pensamiento reiterativo que está surgiendo dentro de mí ha sido un gran y prometedor avance. La madurez comienza con ocuparme de observar mejor, con más atención, lo que digo, lo que hago y lo que pienso en todo momento. Observar mis incongruencias. Develar para y por mi misma esas partes de mi mente que no estoy viendo y que me gobiernan. ¡Es un maravilloso inicio!

Lectura recomendada: 7 señales de madurez emocional

Namasté,

Nadir Chacín
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“Madurez es lo que alcanzo cuando ya no tengo necesidad de juzgar ni culpar a nada ni a nadie de lo que me sucede.” Anthony de Mello

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5 comentarios

  1. […] Tal vez quieras leer este otro post de mi blog sobre la madurez. […]

  2. Gracias, Milena, por tus palabras. La claridad no es algo que se tiene y ya está, yo creo que nuestras mentes son como el agua de estanque… si le caen hojas tienes que esperar que las hojas se hundan y caigan al fondo para que el agua torne clara y puedes ver mejor. A veces hace frío y el agua se congela, a veces cae polvo y el agua se pone más oscura… vaya que el tema de la claridad es algo que hay que cultivar todos los días… tratar de mantener el estanque en buenas condiciones… la meditación es eso para mí… pero igual aunque medites… siempre habrán días en que llegará el polvo, en que caerán hojas y así…. por eso a veces simplemente hay que observar, tener paciencia y esperar…. Abrazadas están las dos tú milena y Gianina
    Nadir

  3. Es cierto, estoy de acuerdo contigo Gianina es maravilloso poder entender las cosas con tanta claridad como las explicas tú Nadir, la verdad es un gran comienzo, lo voy a aplicar en mi vida y estoy segura que ahí encontrare las respuestas de muchas dudas que rondan mi cabeza. Mil gracias.

  4. Gracias a ti, Gianina. Te abrazo
    Nadir

  5. Llegas a un estado de claridad mental que te permite expresar exáctamente lo que quieres decir de una forma impresionante. Me ayudas también a llegar a ese estado, claro que, aún se me atraviesan obstáculos mentales que me hacen abandonar esa claridad. No puedo decir nada más que: gracias.

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