© Brett Gundlock

Hoy me he tomado la labor de leer los testimonios desgarradores de infinidad de mujeres, sobre todo mexicanas, que han participado en la campaña #MiPrimerAcoso en redes sociales, sobre todo en Twitter. Las mujeres narran la experiencia de cuando sufrieron el primer acoso en sus vidas utilizando la etiqueta o el hashtag #MiPrimerAcoso. Me he quedado muy mal y he decidido escribir este post para exorcisar la rabia. Te invito a hacer lo mismo, no importa si eres hombre o mujer, creo que has de involucrarte activamente para que estas situaciones dejen de existir en el mundo.

La violencia sexual es de todas las violencias la más cruel y despiadada, sobre todo cuando las víctimas son niñas. ¿Cómo una niña puede ser culpable de recibir abuso sexual? Una sociedad que no es capaz de proteger a sus niñas y a sus niños está realmente en franca decadencia y descomposición. Hay personas que preferirían ni siquiera escuchar o leer que esta realidad existe y yo me pregunto: ¿tenemos que esperar que la víctima sea nuestra hija para hacer algo? Mientras leía los testimonios me sentí violada y abusada como esas mujeres, me sentí cargando con la vergüenza, la impotencia y la culpa que ellas sienten. Yo suelo decir que sentir indignación no sirve de mucho, pero cuando se trata de la violencia sexual a mujeres y niñas me siento profundamente indignada. La indignación es enojo, rabia o enfado vehemente hacia alguien o hacia sus actos.

Repruebo y condeno los actos de todos los seres humanos, de la edad que sea, y de la época que sea, y en el país que sea, que han abusado sexualmente de las niñas y las mujeres. Es esa indignación profunda la que me ha motivado desde que tengo uso de razón a participar activamente en todo tipo de proyectos que busquen mejorar las condiciones de vida de las mujeres y velar por sus derechos dentro de una sociedad profundamente machista. Soy feminista, sí, porque si se sabe un poco de historia y se leen las noticias no se puede no serlo. El feminismo busca la equidad de género, que todos los seres humanos sin distinciones podamos vivir sin miedo y tener una vida libre de violencias. Las feministas desde los diferentes feminismos que están activos al día de hoy son sólo la expresión de una urgencia real: necesitamos hacer más y hacer mejor para acabar con la violencia de género (el machismo), una lacra social que nos daña a todos los seres humanos.

Quizás podemos cuestionar las formas en que algunos feminismos están haciendo “su” lucha, pero no estar de acuerdo en que es necesario que la sigan haciendo y en que nosotros tenemos que participar también es producto de una “locura” profunda.

Si no eres parte de la solución, eres parte del problema. Si no participas en cambiar esta lacra social de las violencias de género, estás dentro de la misma visión del mundo o paradigma que lleva a un padre o a un abuelo o a un primo o a un vecino o a un extraño a toquetear a una niña de 5 años y obligarla a masturbarlo.

Suena fuerte lo que digo, pues sí es que es fuerte lo que sucede. Ya no podemos seguir siendo ciegos a los daños que nos hace la cultura patriarcal que nosotros mismos hemos creado. Abre los ojos. Empieza por leer las noticias sobre las violencias de género en tu país, luego las de otros países y entérate de la situación mundial. ¡Es una pandemia atroz! Hazlo, que reflexionar un poco sobre las violencias de género no te hará daño, al contrario, te ayudará a recuperar tu condición de ser humano. Si no somos capaces de empatizar con el sufrimiento de las mujeres que escribieron esos testimonios de #MiPrimerAcoso realmente hemos de preguntarnos: ¿por qué no puedo hacerlo? o ¿qué ha pasado con mi humanidad? Y luego de hacerte la pregunta, decide hacer algo para remediarlo, porque el sólo pensar no va a cambiar nuestras realidades sociales ni va a hacer de este mundo un lugar más habitable. ¡Actívate! Aún estás a tiempo de participar, no te calles: haz tu testimonio ya.

Nadir Chacín
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«Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescindibles de ser mujer.» Flora Tristán


ACTUALIZACIÓN, 5/05/2016: La desesperación no es buena consejera, sólo nos lleva a enjuiciar y culpabilizar. Una vez drenada la indignación que sentí cuando escribí este post, he de decir que lo que es parte del problema es nuestra mente que sigue patrones reactivos y poco creativos hasta el mismo cansancio, se repite y se repite, una y otra vez… No somos nosotros el problema, ni los otros, el problema es que a los seres humanos, todos, nos gobiernan y condicionan patrones mentales poco hábiles y no somos capaces de ver con claridad la motivación que hay detrás de nuestros actos. El enfado y la indignación, como ya lo sé en lo más profundo de mí, no curará a la humanidad, pero tanto sufrimiento sí que puede ayudarnos a despertar de ese estado de locura en el que nos estamos dañando los unos a los otros. Me ha ayudado a calmarme esta charla que les sugiero ver.

Una sorprendente, esclarecedora y lúcida charla de Eckhart Tolle del año 2001. Lástima que no está subtitulada al español, si saben inglés les sugiero tomarse una hora y 30 minutos en que puedan estar tranquilus para «sumergiros» en sus palabras. ¡No se arrepentirán!

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